Efectividad
de la empresa: Consiguiendo
lo imposible
¿Se puede bajar los costos y mejorar la
calidad de servicio al mismo tiempo?
Por Edgardo Frigo
En los sectores de la Seguridad Privada, Seguridad Electrónica y
Transporte de Caudales, a partir de una época de fuerte crecimiento en
las últimas dos décadas, en esta década la situación competitiva de
las empresas se ha vuelto mucho más complicada, por varias razones:
- Hay más empresas de Seguridad,
- se consolidaron los mayores competidores multinacionales,
- los clientes se están concentrando, por lo que disminuye su número y
aumenta su poder negociador,
- continuamente se crean nuevos y atractivos nichos del mercado que, a
falta de experiencia local, se van llenando con firmas foráneas
especializadas, y
- ciertos segmentos de la oferta de seguridad eligen "competir"
cometiendo delitos o fraudes, tales como la evasión de sus
obligaciones de tributación impositiva.
Estas razones - entre otras - fuerzan a las empresas, para poder mantenerse vigentes
en medio de una dura lucha por precios, a buscar disminuir
continuamente sus costos operativos. Al mismo tiempo, los clientes
reclaman mejoras continuas en los standard de prestación de servicios,
o amenazan con cambiar de proveedor.
LAS COSAS NO VAN MEJOR EN EL SECTOR PÚBLICO
De más está decir que la situación no es mejor para las Fuerzas
Públicas de Seguridad de nuestros países latinoamericanos. Los índices
relacionados con el delito aumentan en forma persistente en toda la
región, la sensación de inseguridad de la población aumenta, y desde
todos los sectores sociales se elevan reclamos para que nuestras
Fuerzas Públicas "mejoren su efectividad", lo que también es extensivo
a los Profesionales de la lucha contra el fuego.
Los presupuestos públicos destinados a la Seguridad en general no
aumentan en la medida esperada por las sociedades, que reclaman mejoras en el nivel de las
prestaciones públicas de Seguridad y mayor adiestramiento de sus
funcionarios (y eso cuesta), y la tecnología es cada vez más cara (usted
¿sabe cuanto cuestan un carro de bomberos o un sistema de
videovigilancia en la vía pública?).
EL DILEMA DE HIERRO
Esto pareciera colocar a las organizaciones públicas y a las empresas
privadas de Seguridad en un dilema de hierro: precisan dar mayor
calidad para mantener su base de clientes y satisfecha a la sociedad;
no pueden aumentar sus costos operativos, en un caso porque si
aumentan sus precios quedan fuera del mercado y en el otro por falta
de presupuesto.
Y no pueden mejorar su calidad de servicio sin aumentar sus costos.
¿Puede mejorarse la calidad bajando los costos al mismo tiempo?
LOS COMPONENTES DEL SERVICIO
En las de Seguridad, al igual que en otras organizaciones de
prestación de servicios, el principal componente de un "buen" servicio
se relaciona con la calidad de los recursos humanos involucrados.
Podemos mejorar la calidad de los vehículos, los equipos de
comunicaciones, los uniformes o el armamento; pero si el equipo humano
no mejora, la calidad no cambiará.
Ahora bien: manteniendo constantes todos los demás elementos, ¿cómo
mejoramos la calidad de nuestro grupo de colaboradores?
Esto entre otras cosas se requiere procesos de selección e
incorporación de mejor calidad, un perfil más alto de los
incorporados, mayor de entrenamiento y una supervisión de mayor
frecuencia y calidad. Todos estos procesos aumentan los costos, y el
mercado penaliza severamente estos aumentos.
¿Qué hacer en esta situación?
BAJANDO LOS COSTOS
Como en toda organización intensiva en personal, en las organizaciones
de Seguridad el principal componente de costos es el de remuneraciones
de su plantilla. Cuando se busca bajar los costos, entonces, el primer
impulso es disminuir esa plantilla despidiendo personal. Ahora bien,
¿a quién despedir?
En el caso privado, con cada uno de nuestros clientes hemos firmado un
contrato, que nos obliga a mantener determinado número de guardias en
cada objetivo. Por lo tanto aquí, en la frontera de contacto con el
cliente, no podemos despedir a nadie.
En el caso público el contrato es implícito, pero igualmente existe.
Entonces ¿cómo quitaremos "grasa" de la organización?
Probablemente buscaremos disminuir el número de los otros
colaboradores de la empresa, en áreas no operativas y en niveles de
supervisión, jefatura o gerencia. De este modo pensamos que, si bien
seguramente no mejoraremos la calidad, al menos bajamos los costos.
Pero ¿realmente se bajan los costos de este modo?
LA ESTRUCTURA
Todos conocemos un organigrama. Es un diagrama que demuestra el
sistema de relaciones de rol. Esto significa que se esquematiza quien
depende de quien - al menos formalmente -, y qué nombre tiene cada
posición.
En la situación ideal el organigrama formal se corresponde con el
real. Esto significa, por ejemplo, que las líneas informales de
reporte coinciden con las formales, que no sobran ni faltan posiciones
ni niveles jerárquicos, que las cadenas de responsabilidad son
coherentes con lo que la empresa quiere lograr, que cada colaborador
es competente para cubrir el rol que tiene asignado, etcétera.
LOS NIVELES JERÁRQUICOS
La cantidad de estratos jerárquicos que debe tener una empresa no es
caprichosa. Cada nivel existe para algo: tiene que hacerse responsable
de resolver cierta clase de problemas y de tomar ciertas decisiones
que están de acuerdo con la experiencia, entrenamiento,
responsabilidad y autoridad necesarios para ocupar ese nivel.
Cada nivel jerárquico, entonces, enfrenta una cantidad de problemas.
Resuelve los que corresponden a su propio nivel de complejidad, delega
los que corresponden a niveles subordinados, y eleva los que deben ser
resueltos a niveles más altos. Cuando la cadena está bien armada, cada
uno se hace cargo de la tarea por la cual se le paga: resolver
problemas y tomar las decisiones que corresponden a su nivel.
CUANDO SOBRAN POSICIONES
Una situación empresaria que se presenta de modo sorprendentemente
frecuente, es la proliferación de niveles jerárquicos, particularmente
visible en el sector público. A partir de estructuras iniciales
sencillas y sin complicaciones, el crecimiento provoca la creación no
planificada de posiciones de supervisión que a la larga parecen no
justificarse.
En el sector privado puede ser, por ejemplo, que una empresa decida en
cierto momento que necesita una determinada posición adicional.
Supongamos que se trata de un supervisor, que depende de un jefe de
operaciones. Incorpora entonces a una persona que se hace cargo de
cubrir el rol presuntamente vacío, introduciéndose un nuevo nivel
jerárquico en la empresa.
Luego, quizás cuando la persona renuncia o cuando es despedida en el
intento de disminuir los costos, casi no se advierten cambios en el
funcionamiento de la compañía. Allí, tarde, se advierte que esa
posición no agregaba valor a la empresa ni el Cliente, y que si en
algún momento se justificó la creación de la posición, ese momento ya
habia pasado.
Desde una perspectiva organizacional, ¿qué ocurría en éste caso?
Evidentemente la estructura era inadecuada por exceso. Esa posición
agregaba costo pero no valor, y aquí se conseguía una disminución real
de costo sin afectar la calidad de servicio.
CUANDO FALTAN POSICIONES
Una segunda situación se da cuando la organización, para brindar sus
servicios de modo adecuado, debe tener cierta estructura mínima pero
en realidad no la tiene.Por ejemplo, supongamos que falta la posición
de "jefe de operaciones". En este caso no existe el rol funcional de
jefe, pero en la empresa hay que tomar decisiones que corresponden a
ese nivel. Deben ser resueltos problemas que superan el poder de
decisión y la capacidad de juicio del empleado, pero que no son tan
complejos como para que deban ser resueltos por el gerente.
Los problemas están, pero falta el escalón jerárquico para
resolverlos. ¿Qué ocurre entonces? En estos casos el gerente "baja de
nivel", resuelve a esos problemas y toma decisiones de nivel de
jefatura. Esto suele insumir una parte sustancial de su tiempo. La
organización entonces obtiene un jefe caro - ya que le paga sueldo de
gerente - y un gerente ineficiente, que no puede hacerse cargo
completo de su responsabilidad gerencial.
Ante este vacío de gerencia, el gerente general se ve obligado a
resolver cuestiones que en realidad corresponden a su subordinado, ese
gerente que está haciendo el trabajo de jefe.
En este caso la organización, que cree que ha disminuido sus costos
porque ha dejado de pagar un salario de jefatura, en realidad los ha
aumentado porque ha conseguido un jefe con salario de gerente. Al
mismo tiempo quedan sin realizar tareas de mayor complejidad
correspondientes a los niveles de gerencia y gerencia general, porque
los estratos superiores pasan su día resolviendo menudencias.
Los costos aquí no sólo no disminuyen sino que aumentan de modo
encubierto, y además en general resiente el funcionamiento de toda la
organización y la calidad de los servicios que brinda.
CONSIGUIENDO LO IMPOSIBLE
¿De qué modo, entonces, conseguimos mejorar la calidad disminuyendo
los costos al mismo tiempo? Ya hemos visto que si faltan posiciones
necesarias, se resiente la calidad de servicio y hay un aumento de los
costos ocultos. Y si sobran posiciones respecto a lo requerido también
aumentan los costos pero la calidad no mejora.
Para conseguir lo que aparentemente es imposible, entonces, los
directivos deben:
- Clarificar qué es lo que la organización tiene que hacer bien
- Analizar cuál es la estructura requerida para hacer lo que hay que
hacer
- Organizar esa estructura requerida, que será la estructura más
pequeña y más barata capaz de hacer lo que hay que hacer.
Esto significa que se racionalizará la cantidad de niveles jerárquicos
(no más pero tampoco menos que los necesarios), que se clarificarán
las responsabilidades de cada rol, y que se establecerá un adecuado
equilibrio entre la capacidad de cada persona, el nivel real de su
trabajo y su remuneración.
Cuando este trabajo de racionalización estructural se realiza
adecuadamente, se consigue lo que en apariencia es imposible:
- Mejoran la efectividad de la organización y su calidad de servicio
- Mejora sustancialmente la motivación del equipo de trabajo, ya que
cada uno hace lo que tiene que hacer y no le sobran ni le faltan jefes
ni subordinados
Al mismo tiempo disminuyen los costos operativos y desaparecen los
costos ocultos de la ineficacia
Una reflexión seria sobre los objetivos de la
organización (ya sea pública o privada), su mercado y las necesidades
de sus clientes, sienta las bases para organizar adecuadamente el
esquema de trabajo de su equipo de colaboradores.
Cuando esta forma organizativa es la requerida para la situación
específica se pueden disminuir los costos, aumentar sustantivamente la
calidad de servicio y mejorar la capacidad competitiva general de la
organización.
El autor de este artículo, Prof. Edgardo Frigo,
es consultor especialista en management de Seguridad, experto en capacitación y director de este Foro
Profesional.
Vea sus antecedentes en https://www.forodeseguridad.com/frigo.htm