Cómo atacar la delincuencia
Es más barato y eficaz invertir
en prevención que en represión
Por Hernán Cappiello
Desde la academia, Irvin Waller se enfrenta a los delincuentes.
Este profesor canadiense especializado en prevención del delito,
impulsa una idea simple, aunque inusual:
"Aplicar el diez por ciento del presupuesto que se gasta en policía,
cárceles y sistema de justicia a la prevención del delito permitiría
disminuir en algunos años la violencia en un 50%", señala.
Waller, autor del libro "Menos represión. Más seguridad",
editado por el Instituto de Ciencias Penales de México y las Naciones
Unidas, estuvo de visita en Buenos Aires para la inauguración del
Centro de Estudios para investigar la Prevención del Delito (Ceprede),
de la Universidad de Belgrano.
Su tesis seduce a algunos políticos: "Es más barato y eficaz invertir
los recursos en prevención, mediante programas específicos, que en
represión". Y desafía: "Aumentar el número de policías no se relaciona
con la disminución de la violencia".
Desmitificador de las ideas del ex alcalde de Nueva York Rudolph
Giulianni y su política de "Tolerancia cero", Waller explica que el
índice de homicidios en esa ciudad ya disminuía antes de su llegada.
"En los Estados Unidos, las políticas de represión penal demostraron
su ineficacia. Hay modelos aplicados en algunas ciudades
norteamericanas y en Inglaterra que demuestran que es posible reducir
la violencia con menos presupuesto que el que se gasta en la
represión", explicó Waller a LA NACION.
En los Estados Unidos, se llegó a que hay 100 ciudadanos libres por
cada preso que albergan sus cárceles y los Estados no están dispuestos
a invertir tanto presupuesto en estas políticas, explica el profesor
de la Universidad de Otawa y presidente del Centro Internacional para
la prevención de la Delincuencia de Montreal. "Estas políticas
demostraron ser poco eficaces y más costosas para los contribuyentes y
las víctimas", señala.
-¿Qué ejemplos hay?
-En Inglaterra y Gales se aplica con éxito un programa para la
inclusión de la juventud, que se enfoca en unos 50 jóvenes en
situación de riesgo, de entre 13 y 16 años, en cada uno de los 70
barrios más peligrosos de Inglaterra y Gales, donde hay más pobreza y
violencia. Se trabaja con ellos en centros juveniles durante diez
horas semanales, donde se les da entrenamiento deportivo, informática,
alfabetización y asesoramiento en salud. Los resultados fueron
espectaculares y permitieron bajar el 60% el índice de arrestos, el
27% las expulsiones de la escuela y el 16% la delincuencia.
Es un ejemplo de una de las políticas que aplicó Tony Blair y que se
puede llevar a países como la Argentina.
-¿Con qué mecanismos?
-Lo importante es tener una voluntad política de reducir la violencia
y, a partir de allí, crear un centro de responsabilidad nacional para
instrumentar programas. En Bogotá, se aplicaron programas de
prevención, donde se creó un observatorio contra la violencia, es
decir, un centro de responsabilidad que diagnosticó las causas de la
violencia. Es la llave para disminuirla, contrariamente al aumento del
número de policías.
-¿Muchos Estados tienen planes sociales que apuntan a esto y los
resultados no parecen visibles?
-Es necesaria una coordinación de las agencias, porque operan en forma
separada. Lo importante es que haya un objetivo para todas, una meta
común y que sea posible medir la eficacia de los programas para
cumplir ese objetivo. No es posible esperar resultados en seis meses o
en un año. En Inglaterra, el programa se aplica desde hace diez años y
ya funcionan 140 centros en el país.
-¿Debe cambiar la policía?
-El número de policías no se relaciona con la disminución de la
violencia. Sí, hay una relación entre la calidad de la policía y la
calidad de la investigación policial. En Boston, se aplicó esta idea.
La acción policial, sumada a los programas sociales, convergieron para
la disminución de las pandillas y las armas. Allí se aplicó un
programa con un smart police (policía inteligente).
Se utilizó la policía con un fuerte sistema de sanción penal y se
impulsaron programas sociales para favorecer la escolaridad de los
jóvenes y la formación profesional, para lo cual hubo también una
acción sobre las empresas.
-¿En países aquejados por el crimen, estas políticas de mano blanda
son impopulares?
-No es cierto. No hay resistencia de los ciudadanos. Las encuestas
dicen que los ciudadanos están dos a uno en favor de gastar el
presupuesto en prevención y no en sanción penal.
-¿Y las drogas, como influyen?
-El uso de alcohol está comprobado que tiene injerencia en el
crecimiento de la violencia. Hay que estudiar si aquí ésa es la causa
del problema. Hay que aplicar políticas de reducción de la demanda.
-¿Cómo se evita que se consagre la impunidad?
-La sanción no garantiza un freno a la violencia, habría que pensar
en una justicia que sea más reparadora que punitiva.
Este reportaje de Hernán Cappiello a Irvin Waller, fue
tomado de www.lanacion.com.ar . Gracias!