Aprender a
disparar: Cómo es la psicología del tirador
El tiro requiere una serie de mecanismos imprescindibles
para el buen desempeño del tirador
Por Adrián Tomate
Como en
todos los deportes, el nuestro tiene una serie de mecanismos que son
imprescindibles para el desempeño del tirador. Estos mecanismos son
adquiridos, no innatos; nadie los trae desde la cuna.
¿Con qué nacemos?
Todos los seres humanos tenemos el reflejo de reaccionar ante los
estímulos agresivos, con el afán de protegernos de las posibles
consecuencias. Por ello, si alguien nos empuja, hacemos resistencia a
esta acción a fin de conservar el equilibrio. También si nos sometemos a
un resplandor fuerte o a un sonido estruendoso solemos cerrar los ojos y
contorsionarnos de diversas maneras para atenuar los efectos de las
acciones agresivas. Como tampoco somos tontos, tendemos a identificar
las fuentes de las agresiones en general, y a anticipar la reacción. Si
alguien nos ilumina frecuentemente con una linterna, son necesarias
pocas repeticiones para que en el futuro, apenas veamos la linterna,
estemos entrecerrando los ojos y anteponiendo las manos para cubrirnos.
Todos tratamos de huir de las situaciones potencialmente peligrosas o
agresivas lo más rápido posible y protegernos de ellas. Esta carga
instintiva viene preprogramada desde el nacimiento y cuando
identificamos una fuente de agresiones de cierta clase, generamos un
reflejo que nos cubra o ponga a salvo de ellas.
En relación a las condiciones necesarias para un buen desempeño en el
tiro, por supuesto que algunos traen más condiciones que otros (siempre
se da en cualquier deporte). Pero cuidado, el talento es sólo una
pequeña parte de un todo. Sin trabajo, sin esfuerzo, no habrá resultados
sólidos. Cualquiera puede tener un buen día, pero quienes trabajan en
pos de ello están muchísimo más cerca del éxito y de la permanencia en
los puesto de delante.
Los
problemas del tirador novel
Cuando comenzamos a disparar nos sometemos a las agresiones descritas
anteriormente. El arma nos “patea”, aturde y ciega (en algunos casos más
que en otros).
Nadie está preparado para este tipo de agresiones desde el nacimiento y
para tolerarlas debemos acostumbrarnos a ellas. Es necesario aprender a
manejarlas.
El tirador novel tiene varios inconvenientes que vencer, producto de los
reflejos que mencionamos: cierra los ojos, quiebra la muñeca hacia
delante anticipando el retroceso, y para sacarse de una vez este “lío”
del disparo tira del disparador en lugar de presionar suavemente.
Estas acciones hacen que cualquier cosa buena a nivel técnico que el
tirador haya realizado previamente, desaparezca en el instante en que
está ejecutando el disparo.
Todos los tiradores de cualquier nivel deben lidiar con diferentes
inconvenientes (los gatillazos, la parada del arma, la alineación de las
miras, la alineación del arma, la respiración, etc.), sobre todo cuando
están bajo tensión. He visto a muchos tiradores que, después de varios
años tirando, aún cierran los ojos en el momento del disparo o siguen
anticipando el retroceso del arma.
La
diferencia entre los novatos y los tiradores más experimentados es que
estos últimos cometen errores más pequeños, más sutiles y quizás menos
frecuentes, pero el error es siempre parte de todo el proceso. Por ello
se debe practicar la técnica correcta con el objetivo de afianzar la
preparación y ejecución de un disparo.
¿Cuál es la
solución para los problemas de los tiradores?
Aprender la
técnica correcta, afianzarla con el entrenamiento y trasladarla a la
competición. Pero todo este proceso necesita no solo de una guía
experimentada, sino de la férrea voluntad de trabajar por parte del
alumno. Nada se consigue sin trabajo y sin dedicación. Muchos dirán
“pero esto es un juego, una diversión” y para muchos lo es. Pero si no
estás dispuesto a trabajar, no esperes mucho más de lo que ya tienes.
Vamos a repetir una y otra vez en estos artículos la necesidad de que el
tirador sea absolutamente sincero consigo mismo. Sin una crítica
objetiva no hay aprendizaje.
Obviamente, no soy psicólogo ni nada que se le parezca, pero sí puedo
decirles que las personas que escriben o enseñan sobre el funcionamiento
de la mente coinciden básicamente, con mayor o menor detalle, en el
siguiente planteamiento que está en el libro de Lanny Bassham “Método de
Determinación Mental. La mente puesta en ganar”, y del cual hago la
siguiente interpretación.
Nuestra mente tiene una zona consciente, que es la que maneja los
imprevistos, las cosas que se salen de lo rutinario.
a - El consciente
Esta zona maneja cada situación de una en una. Quienes dicen “yo
hago muchas cosas a la vez” mienten. Lo que hace la mente es repartir
pequeñas fracciones de tiempo para cada cosa, y esto da la sensación de
simultaneidad. Siempre me gusta dar como ejemplo de esto, aquel juego en
el que nos pedían hacer con un pie círculos en el sentido de las agujas
del reloj, mientras con la mano y un lápiz, tratábamos de dibujar un 6
(que se hace en sentido contrario al giro de la pierna), y nos era
imposible hacerlo sin que pierna y mano terminaran girando hacia el
mismo lado. Nuestra zona consciente permite estar atentos a los
imprevistos.
b - El inconsciente
Es la zona que maneja todas las rutinas: respirar, parpadear,
latidos del corazón, en fin, todo lo que hacemos simultáneamente a la
acción que nos ocupa en particular. Esta zona maneja miles de cosas a la
vez y aquí es donde se desarrollan y potencian las destrezas.
En este punto, algunos observarán que todas las acciones que cito más
arriba las hacemos desde la cuna, pero si el mismo observador maneja un
vehículo, sabrá que en el momento del aprendizaje de conducción debía
estar atento a los cambios, el embrague, la calle, los semáforos… pero
al poco tiempo de practicar ya no pensaba en qué lugar está la marcha
que corresponde, solo la pone.
Esta es la evidencia de que también hay cosas aprendidas que se pueden
pasar a la zona automática. Inconscientemente, nuestro cerebro graba las
rutinas y cuando éstas se repiten sistemáticamente, todas iguales, la
traslada de la zona consciente a la inconsciente (B) y las maneja
desde allí.
c - La autoimagen
El otro factor, el de la autoimagen, debe acompañar el crecimiento y
fortalecimiento de las dos anteriores.
El tiro es un deporte de números. Personalmente, me ocupé de preguntarle
a un grupo de tiradores “¿Cuál es tu puntuación en esta prueba?”.
Hubo muchos que en una prueba de 30 disparos (máximo posible 300
puntos), declaraban 230 puntos, por ejemplo, pero revisando las dianas
después de la competición, observé que una gran mayoría arrancaba la
prueba con series de 85/90 puntos para 10 disparos, lo que de seguir
manteniéndose habría dado entre 255/270 puntos.
Pero muchos de ellos, después de esta serie excelente, bajaron a
resultados de 60/65 puntos para los 10 disparos, que hacían una suma del
total de la prueba, dentro de los 230 puntos declarados por el tirador.
Este fenómeno es lo que se conoce como barrera psicológica, y responde a
lo que denominamos Autoimagen: si creo que no pasaré los 230 puntos,
seguro que no lo haré.
La autoimagen es absolutamente modificable, permitiendo al tirador
adaptarla a las nuevas destrezas que va adquiriendo. Pero ¡¡cuidado!!,
no sin trabajo y esfuerzo.
d - La triada
Se define como el estado donde se conjugan en equilibrio los 3
elementos antes mencionados. Cuando la mente del tirador se encuentra
trabajando en esa zona, es cuando su rendimiento es el mejor, cuando el
potencial se despliega en toda su magnitud y los resultados se
facilitan. El equilibrio de estos 3 factores es fundamental, pero es
primordial que el desarrollo de los mismos sea absolutamente
proporcional. De nada vale tener una autoimagen desproporcionada que no
tiene relación con nuestras habilidades. Si creemos poder hacer 600/600,
pero en la práctica no le pegamos al 10 más que una o dos veces cada 20
disparos, estamos errando el camino. (Ver Fig.2 Izquierda).
Por el contrario, tener una técnica excelente no será fructífero en
resultados si nuestra autoimagen no nos permite pasar de los 500 puntos
en una prueba de 600. Por más que en los disparos individuales le
peguemos al diez con cierta facilidad, si pensamos que no podremos pasar
de los 500 puntos seguramente no lo haremos y en consecuencia no
conseguiremos buenos resultados, ya que seremos nuestro propio
saboteador.
La visualización
Esta técnica consiste en repasar mentalmente, en un estado de
relajación, los pasos y acciones que vamos a realizar, ya sea para un
disparo de 10, un empuñe correcto, una postura determinada, la
alineación correcta de miras, o por ejemplo, visualizarnos en una
competición importante para así ir acostumbrándonos a los imprevistos, a
las puntuaciones altas, al público, al periodismo, a la presión del
compromiso, etc.
El cerebro humano no diferencia la realidad de la fantasía que
generamos. Si practicamos las técnicas de concentración y visualización
correctamente, en un punto no diferenciará lo que está inducido por
nuestra mente y lo que es realidad. Por ello, tiene fundamental
importancia la visualización de las técnicas y situaciones de los
diversos compromisos, para enfrentarnos así al estrés de la competición.
El tirador que utiliza la zona consciente para disparar está expuesto a
que lo venza la ansiedad y apure el disparo; mientras que quien permite
a la mente inconsciente controlar los mecanismos del disparo, tendrá
mejores resultados. Nuestro cerebro graba las acciones y aprende cuáles
son las condiciones necesarias para soltar el disparo, siempre que se lo
enseñemos bien en los entrenamientos, sin fallos. Por eso no se debe
entrenar a la ligera. Los entrenamientos deben estar orientados a la
correcta fijación de la técnica.
Cuando el tirador se espera a que el arma esté “parada” en la zona de
puntería y las miras correctamente alineadas para presionar el
disparador en cada tiro, el cerebro fija esta imagen como la correcta y
con las sucesivas repeticiones de esta técnica en el entrenamiento
tiende a transformar el mecanismo en automático. Por el contrario, si
cuando entrenamos no nos importa que el arma no esté “parada” ni las
miras alineadas correctamente, e igual soltamos el disparo para no
bajarlo porque “total es entrenamiento”, el cerebro pensará que no es
importante la alineación de miras y del arma y de cualquier manera
presionará el disparador y nunca podremos “enseñarle” el mecanismo
correcto y hacer que lo repita en cada disparo.
El mecanismo de pensamiento
Hay dos
maneras de expresar una afirmación:
1- No falles al 10
2- Pégale al 10.
La primera es absolutamente negativa e introduce en el tirador la imagen
del error y la de NO. Por el contrario, la segunda es positiva y
contundente. Está demostrado que nuestros pensamientos no pueden ser
antagónicos. No puedo pensar simultáneamente en que le daré al 10 y en
que no. O una u otra. Por ello, es importante desarrollar el mecanismo
positivo de pensamiento para el tiro (y la vida).
Conclusión
El entrenamiento debe ser consistente, serio y
responsable.
-- No se salte pasos.
-- No evite el trabajo.
-- No apure los tiempos.
-- No subestime los detalles.
-- Piense positivamente.
-- Sea previsor y planee sus entrenamientos y sus competiciones.
Tomarse esto a la ligera es uno de los peores fallos de tiradores con
enormes posibilidades pero poca valoración de la preparación, tanto
técnica como mental. Ambas van de la mano de manera integral. No sirve
hacer hincapié en una sin la otra.
Un tirador técnicamente excelente no tendrá rendimiento
si su preparación mental es baja o inexistente.
Por el contrario, de nada sirve tener una mente serena si no conocemos los
fundamentos técnicos del tiro de precisión.
Tomado del sitio web
www.armas.es . Gracias!
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