Inseguridad alimentaria en los Estados
Unidos
El 15% de los hogares de
USA, más de 50 millones de personas, vive con riesgo de sufrir hambre
y se expone a mayor riesgo de enfermedades crónicas
Dres. Seligman H, Schillinger D
Todos los años el Ministerio de
Agricultura de los Estados Unidos informa el número de hogares en
riesgo de pasar hambre por falta de posibilidades de adquirir
alimentos, entidad denominada “inseguridad alimentaria”.
Después de una década de estabilidad, la tasa de inseguridad
alimentaria aumentó en un 32% en 2008, para abarcar al 14,6% de los
hogares de los Estados Unidos. - el nivel más alto desde el primer
relevamiento sobre inseguridad alimentaria, efectuado en 1995.
Alrededor del 21% de los hogares con niños están afectados, al igual
que más del 25% de los hogares negros e hispanoamericanos y el 42% de
los hogares con ingresos inferiores al nivel de pobreza federal.
Según la Life Sciences Research Office, hay inseguridad alimentaria
“cuando la disponibilidad de alimentos adecuados para la nutrición y
seguros o la capacidad para adquirir alimentos aceptables de maneras
socialmente aceptables [e.g., sin recurrir a provisiones de
emergencia, revolver la basura, robar y otras estrategias] es limitada
o incierta.”
El concepto de inseguridad alimentaria abarca así tanto la sensación
física de hambre como las conductas compensatorias para evitarla.
Estas conductas compensatorias tienen enormes repercusiones sobre la
prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas. Para
mantener el aporte calórico, los adultos que no tienen suficiente
dinero para comprar alimentos reducen la variedad en su alimentación y
concentran el consumo en unos pocos alimentos de bajo costo, ricos en
calorías y poco nutritivos.
Son en general hidratos de carbono refinados y alimentos con agregado
de azúcares, grasas y sodio. Caloría por caloría, estos alimentos son
más baratos que las frutas, las verduras y los productos lácteos, que
son más nutritivos. Por ejemplo, con U$1 se puede comprar 1,200 kcal
de galletitas o papas fritas o 250 kcal de zanahorias.
Esta diferencia en los precios de los alimentos saludables o
perjudiciales se amplió durante las últimas dos décadas. El
Ministerio de Agricultura comunicó que entre 1985 y 2000 el precio de
las gaseosas aumentó un 20%, el precio de las grasas y aceites un 35%
y el de los azúcares y golosinas un 46%, mientras que el de las frutas
y verduras frescas aumentó un 118%.
Esta diferencia cada vez mayor en los precios, combinada con la crisis
económica global, tiene efectos profundos en la incidencia y el
tratamiento de la obesidad, la hipertensión, la diabetes y otras
enfermedades sensibles a la alimentación, en el marco de las
crecientes diferencias socioeconómicas.
La diabetes es un ejemplo ilustrativo de cómo la inseguridad
alimentaria afecta la incidencia y el tratamiento de las enfermedades
crónicas. Entre los adultos de 50-64 años en California, por ejemplo,
la prevalencia de diabetes es del 8% entre los blancos, del 16% entre
los negros y del 22% entre los hispanoamericanos.
Asimismo, su prevalencia es del doble entre los adultos con primaria
incompleta que entre los que tienen educación universitaria.
Investigaciones efectuadas en el Center for Vulnerable Populations at
the University of California, San Francisco, mostraron que aún tras
ajustar para esas tendencias sociodemográficas, los adultos que sufren
los peores niveles de inseguridad alimentaria tienen más del doble de
riesgo de padecer diabetes que aquéllos que pueden acceder a alimentos
saludables.
Entre los adultos que ya padecen diabetes, la inseguridad alimentaria
se asocia con menor control de la glucemia. Cuando se cuenta con menos
ingresos es difícil cambiar los hábitos de consumo hacia alimentos
apropiados para personas con diabetes o en riesgo de padecerla y
seguir manteniendo las necesidades calóricas. La imposibilidad
económica para adquirir estos alimentos es el mecanismo probable de la
asociación entre inseguridad alimentaria, mayor incidencia de diabetes
y peor control de la glucemia.
La inseguridad alimentaria es un fenómeno cíclico. La mayoría
de los hogares en riesgo de sufrir hambre por no poder adquirir
alimentos alternan muchas veces al año entre tener provisiones
adecuadas y sufrir escasez alimentaria.
La restricción alimentaria cíclica se asocia con preferencias por los
alimentos ricos en calorías, el aumento de la grasa corporal y la
disminución de la masa muscular magra. Los adultos que creen que
sufrirán escasez de alimentos a futuro consumen en exceso en los
momentos en que tienen buen acceso a ellos. Este exceso de consumo
puede contribuir no sólo a la aparición de diabetes, sino también al
peor control de la glucemia en los que ya padecen diabetes.
Los episodios de ingesta compulsiva, el almacenamiento eficiente de
energía (i.e., acumulación de grasas) y la resistencia periférica a la
insulina representan adaptaciones a la inseguridad alimentaria que
resultan perjudiciales en un ámbito donde hay abundantes calorías
disponibles.
La asociación entre inseguridad alimentaria y diabetes tiene
consecuencias importantes para la calidad, la seguridad y el empleo de
los servicios de salud. Es un 40% más probable que los adultos con
diabetes no controlen bien su glucemia si no tienen suficiente dinero
para una alimentación saludable. Sus probabilidades de sufrir
hipoglucemia frecuente y grave, son casi el doble que las de aquellos
que disponen de dinero para alimentarse bien.
Los adultos sin acceso seguro a la alimentación también informan que
toman menos medicación a fin de tener suficiente dinero para comprar
comida y, a la inversa, que pasan hambre para poder comprar
medicamentos. Investigaciones apoyan el concepto de que la seguridad
alimentaria se asocia no sólo con la diabetes, sino también con la
obesidad, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.
En 2008, en los Estados Unidos, más de 49 millones de personas
(incluidos 16,7 millones de niños) vivían en un hogar con riesgo de
sufrir hambre.
En síntesis, la inseguridad alimentaria genera:
- Aumento de los gastos en salud
- Poco control de los factores de riesgo para la salud
- Menor capacidad para costear una alimentación adecuada
- Mayor proporción del consumo calórico a partir de grasas e hidratos
de carbono
- Disminución del consumo de frutas y verduras
- Aumento de la carga glucémica
- Aumento de peso e hiperglucemia o por el contrario, cuando se
saltean comidas y se reduce el consumo calórico:
- Adelgazamiento e hipoglucemia
- Estrés
- Depresión, trastornos del sueño, fatiga, disminución de la actividad
física
- Poco cumplimiento terapéutico
Los Estados Unidos tienen un programa para disminuir la
inseguridad alimentaria: el Supplemental Nutrition Assistance Program.
Expandir los criterios de elegibilidad para este programa, llegar a
los no beneficiarios elegibles y crear e implementar nuevos programas
para fomentar y proporcionar incentivos para cambiar la alimentación
hacia comidas más saludables podría detener las crecientes diferencias
socioeconómicas en las enfermedades crónicas.
En países en desarrollo y en países
industrializados recientemente, la inseguridad alimentaria en el
contexto de la globalización de los mercados alimentarios expone a las
poblaciones de bajos recursos a los mismos alimentos baratos, ricos en
calorías y de poco poder nutritivo que hacen a las poblaciones de
escasos recursos en los Estados Unidos especialmente vulnerables a las
enfermedades crónicas.
Nuestra capacidad para confrontar el problema actual de inseguridad
alimentaria de manera sistemática y que promueva la salud tendrá
consecuencias para las inequidades sanitarias en décadas venideras.
Fuente
original: N Engl J Med 2010;363;1 nejm.org julio 1. Autores: Dres.
Seligman H, Schillinger D. Gracias!
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