Cómo
salir fortalecido de una crisis empresarial
La comunicación es una herramienta
básica en la gestión de cualquier crisis corporativa
El silencio no es rentable. Éste es uno de los puntos de partida para
Enrique Alcat, autor de “Y ahora, ¿qué?”, una obra que, editada por
Empresa Activa, se ha convertido en el título más vendido en castellano
en materia de comunicación de crisis.
En tiempos como les que corren, es clave saber emplear a los medios de
comunicación como altavoces desde los que dirigirse a la sociedad para
explicar por qué una compañía presenta un expediente de regulación de
empleo (ERE) pese a tener beneficios o por qué deslocaliza su producción
a una región donde la mano de obra es más barata. En una entrevista con
Universia Knowledge Wharton, Alcat propone un decálogo con aspectos que
no se pueden perder de vista.
Universia Knowledge Wharton: ¿Están preparados los ejecutivos
para afrontar la comunicación en periodos de crisis? ¿Cuáles son los
principales errores que cometen y cómo se pueden evitar?
Enrique Alcat: El presidente de un influyente semanario económico
estadounidense solía repetir una y otra vez que las principales
actividades a las que debe dedicarse el máximo responsable de una
empresa son la planificación estratégica y la comunicación. La realidad
es que tan solo, y en el mejor de los casos, el máximo dirigente de la
organización se dedica al primer supuesto. El segundo, el de la
comunicación, todavía sigue siendo “ciencia ficción” en la mayoría de
las compañías, que reducen su actividad a varias notas de prensa al año,
una comida con periodistas, la organización de un evento o la inserción
publicitaria en algún medio.
La comunicación es una herramienta básica en la gestión de cualquier
compañía por lo que éstas deberían contar con profesionales
especializados que conozcan los entresijos y el lenguaje específico de
la comunicación empresarial y corporativa.
Pocos discuten hoy día la importancia de un director financiero, de un
director de marketing o de relaciones humanas en cualquier organización
medianamente profesionalizada, pero son también pocas las empresas que
reconocen la necesidad y el valor de una buena estrategia de
comunicación.
La comunicación es fundamental para resolver o minimizar el impacto de
cualquier crisis. La imagen, lo que percibe el consumidor o el mercado,
es una suma de acciones y un cúmulo de detalles que es preciso conocer
para poder gestionar adecuadamente cualquier situación conflictiva. Una
decisión errónea, un titular periodístico, puede terminar con el trabajo
de muchos años y con el crédito ganado a pulso día a día. El 95% de las
empresas, tarde o temprano, suelen sufrir una crisis a lo largo de su
existencia con efectos negativos en su imagen pública, en su
credibilidad y, también en su cuenta de resultados. Pero tan sólo el 10%
de las compañías que padecen algún problema grave aprovechan esta
circunstancia para corregir errores, sacar conclusiones y, además, salir
fortalecidas. La palabra “crisis” es la más repetida en la prensa
económica del mundo, vayan bien o mal las cosas, y la inmensa mayoría de
las empresas no saben gestionarla desde el punto de vista de la
comunicación.
UKW: ¿Cómo puede lograrse que algo con tan mala prensa como un
expediente de regulación de empleo (ERE) no desgaste la imagen de un
ejecutivo ni de la empresa?
E.A.: El cierre de una fábrica, los “recortes” de personal, la retirada
del mercado de un producto defectuoso (o no), la contaminación
ambiental, el robo de información privilegiada, la corrupción como forma
de gestión, las fusiones empresariales, los expedientes de regulación de
empleo, las deslocalizaciones, un fallo humano con consecuencias para la
salud o seguridad de los consumidores y un largo etcétera son
situaciones de crisis susceptibles de dar lugar a noticias en los medios
que afectan por igual a empresas familiares, pequeñas, medianas
compañías y multinacionales, y que requieren la intervención directa y
profesional de los responsables de las empresas. Prevención y
preparación.
Algunos de estos dolorosos acontecimientos están contemplados en los
planes de negocio, pero casi siempre las crisis llegan sin previo aviso
y cogen por sorpresa a propios y extraños. Los directivos, los
empresarios, los últimos responsables en definitiva viven el día a día
de su actividad empresarial convencidos que este tipo de desgracias sólo
ocurren a otros, y “que a ellos eso jamás les ocurrirá”. Mayúsculo error
porque “eso” ocurre y lo hace todos los días.
UKW: ¿Cómo prepararnos para algo que no sabemos cuándo, cómo ni dónde
ocurrirá?
E.A.: Prevención es la palabra clave. Prevención significa tener todos
los escenarios posibles planteados y planificados las actuaciones en
función de estos distintos posibles escenarios. Prevención significa no
dejar la gestión a la improvisación o a las ideas brillantes del
momento, de cualquier directivo de turno, cuando una empresa se
encuentra inmersa en una crisis.
UKW: ¿Cuáles son los primeros pasos que hay que dar para comunicar una
crisis puntual? ¿Qué cosas no se deben hacer nunca?
E.A.: La mayoría de las empresas, cuando tienen la crisis encima de la
mesa, reaccionan con nerviosismo y sin método. Y, además, tienden a no
recapacitar, a buscar culpables, a no dejarse asesorar por las personas
que entienden de esto y, por si fuera poco, a gestionar la crisis en
solitario. La profesionalidad pasa por tener preparado, de antemano, un
equipo gestor de crisis y un manual de procedimientos (lo que los
expertos llamamos Manual de Crisis y Riesgos Reputacionales) donde se
especifique qué se debe hacer, quién debe hacerlo y cómo tiene que
gestionarse.
La elección de los portavoces adecuados, la elaboración y actualización
de los mensajes claves, las argumentaciones que explican esas ideas
básicas, los sistemas de detección de alertas, los flujos de información
a nivel interno, la gestión de las emociones y de las actitudes son
algunas de las medidas preventivas que toda empresa debe tener
preparadas de antemano si quiere afrontar con éxito una crisis. Y,
además, los cursos en formación de comunicación o simulacros de crisis
como una herramienta práctica para poder comprobar “in situ” lo que dice
la teoría.
La humildad necesaria es incompatible, en este caso, con la exposición
de algunas situaciones de crisis que he tenido que gestionar. Me
referiré a una lejana en el tiempo aunque siempre tristemente actual.
Recuerdo aquí el primer caso de dopaje generalizado en un equipo
deportivo.
Era el Tour de France de 1998, hace ahora diez años, y el entonces líder
mundial de ciclismo, el equipo Festina, debía abandonar la carrera por
esta mala práctica que en estos diez años ha vuelto a repetirse y
reproducirse como si no se hubieran sacado las conclusiones adecuadas.
La empresa relojera española Lotus-Festina siempre creyó en las
excelencias del deporte y una parte de su presupuesto servía no sólo
para esponsorizar a un equipo sino también la misma competición. Esa
empresa, como tantas otras, desconocía lo que es un manual de crisis y
que debe hacer cuando literalmente está a punto de desaparecer porque el
coste de imagen acaparó las principales portadas no sólo de la prensa
deportiva o española, sino de todo el mundo durante varios meses.
Los momentos de tensión, lógicos, y la enorme carga de negatividad
afectó por igual a ciclistas, cuerpo deportivo y directivos de la
compañía.
El presidente de Festina, Miguel Rodríguez, me dejó escrito y
así lo reproduzco en mi libro Y ahora ¿qué? una frase que lo dice todo:
“aprendí que en una situación de crisis no es suficiente no tener
responsabilidad alguna con los hechos que la causan; ni siquiera es
suficiente demostrarlo, porque lo que queda y lo que vale, finalmente,
es que el cliente lo perciba así. Un buen plan de comunicación puede
lograr ese resultado”.
Efectivamente, un plan de comunicación y uno de gestión de crisis
ininterrumpida durante más de medio año hizo posible que el grupo Lotus-Festina
no sólo no desapareciera sino que se posicionara como la primera marca
de relojes de España y la tercera de Europa.
UKW: ¿Podría poner ejemplos reales de empresas que hayan sabido
comunicar una crisis y otras que no? ¿Cuáles han sido las consecuencias
en cada uno de los casos?
E.A.: El “está reunido” o “no tengo nada que decir” debe desterrarse por
completo y asumir, con rigor y profesionalidad, cualquier situación de
crisis. Ante una crisis, sea cual fuere, es mejor comunicar, aunque sea
poco, que negarse a hablar. Y comunicar al principio aunque se tenga
información insuficiente antes que esperar a tener mucha más información
pero “congelada” de cara a la opinión pública. Y, por descontado, no
mentir. Cuántas crisis se pudieron haber reconducido a tiempo si,
simplemente, los directivos no hubieran caído en el recurso fácil y
contraproducente de mentir, algo consustancial al género humano por otra
parte.
Todos nos acordaremos cómo la gran firma de auditoría, Arthur Andersen,
volaba por los aires por el “Caso Enron”. Una vez más, la gestión de la
crisis fue más determinante que la propia crisis. Por mucha información
manipulada u ocultada, por mucho delito que cometieran los auditores,
siempre quedaba la posibilidad de decir la verdad, por dura que fuera, y
tal vez, la expulsión de la firma de una serie de personas que
traicionaron la confianza y una fuerte multa, siempre y cuando no
hubieran mentido, tal vez, pudiera haber salvado la firma de la
desaparición ¿Qué culpa tenían los auditores de Vigo o de Sevilla de esa
firma de lo que pasó en Houston? Ninguna. Es como si a Festina se le
hubiera ocurrido decir en algún momento que sus ciclistas no se dopaban.
Eso lo tenían que decir y lo dijeron los jueces y las autoridades. La
empresa lo que hizo fue poner medidas y dar una lección ejemplarizante
cara dentro y cara fuera que fue excelentemente percibida por la
sociedad en un caso y todo lo contrario en el otro. Allí están los
resultados porque no nos olvidemos que la realidad y la verdad terminan
por imponerse.
Ante una crisis, en primer lugar se debe convocar con carácter de
urgencia al “comité de crisis” al que deberán integrarse, como mínimo,
el director general o, en su defecto, algún máximo responsable de la
empresa, el asesor jurídico, el responsable en relaciones humanas y un
especialista en comunicación. Esto requiere haber contemplado de
antemano la posibilidad de que en la empresa se dé una crisis porque,
aunque parezca mentira, las empresas siguen pensando en facturar y
vender, lógico por otra parte, pero no se plantean tener una crisis bajo
el simplismo reinante que “trabajamos bien, nunca nos ha pasado nada y
cuando nos pase, ya le llamaremos”.
El factor tiempo es esencial. Se debe intentar ganar tiempo obteniendo
la máxima información mientras el comité de crisis adopta las primeras
medidas. Los primeros minutos son fundamentales antes de tomar la
primera decisión ya que si ésta es errónea puede marcar el devenir de
las próximas actuaciones.
Y ya que anteriormente me he referido a una firma de auditoría ahora me
referiré a otra que sí supo gestionar la crisis en tiempo y forma
siguiendo al pié de la letra las instrucciones del manual. Me refiero al
llamado “caso Windsor” (edificio madrileño que fue pasto de las llamas
en 2005) que con independencia de cómo quedé al final por acusaciones
cruzadas entre Deloitte, los propietarios del edificio y las
reaseguradoras las empresas allí instaladas supieron reaccionar en muy
poco tiempo de la forma más rápida y profesional posible. Tenían manual
de crisis y aunque se “quemó” lo tenían on line. Y habían hecho algún
simulacro. Con esto está todo dicho…Puedes tener la mayor desgracia pero
si estás preparado puedes darle la vuelta a la situación. Y si no lo
estás puedes perder el tiempo en pararte, entretenerte y buscar
culpables en vez de escudriñar soluciones.
Se deben elaborar los primeros mensajes por poca información que exista
y si no hubiera ninguna al menos “mostrar” de forma inequívoca el querer
ser transparentes. Y ordenar la información en función de los datos
objetivos evitando dar opiniones o valoraciones. Hay que huir de la
tentación de cerrarse en banda o de “tirar balones fuera” culpando a
terceros sin tener la confirmación de las responsabilidades. Se debe
intentar mantener la serenidad y la mesura también en las formas. Los
impulsos y las improvisaciones son malas consejeras. No gestione nunca
la crisis en solitario. Confíe en su equipo, lidere el proceso y trate
de restar tensión ambiental. La probabilidad de que se gestione
correctamente una crisis sin ayuda de especialistas es, sencillamente,
nula.
Ante una crisis se debe evitar la parálisis o dar la callada por
respuesta. El no hacer nada y esperar que el tiempo resuelva el problema
sin poner la más mínima estrategia encima de la mesa es uno de los
errores habituales. No se puede dejar pasar las horas sin informar a los
afectados, a los medios, a la sociedad, a las autoridades, etcétera.
Tampoco se debe echar la culpa a los demás y ni mucho menos a los que no
tienen posibilidad de defenderse para intentar desviar la atención o
crear confusión para repartir culpabilidades y no afrontar el tema con
seriedad y rigor. La política del “ventilador” de repartir culpas para
escurrir el problema siempre es contraproducente. Mirar al pasado para
buscar el origen que provocó la crisis y descuidar el presente y el
futuro de los pasos inmediatos que se deben articular sólo hace que la
crisis se nos vaya de las manos. La investigación de los hechos ya dirá
en su momento lo que tenga que decir.
Llamar a los “cuatro contactos” de máximo nivel para que intenten frenar
o parar la crisis no suele dar ningún resultado. Los políticos, los
medios de comunicación, los accionistas o los amigos influyentes no
“paran” ninguna crisis. Al contrario: el efecto puede ser todavía más
contraproducente.
Hay que ser diligente en las acciones a realizar. Aunque es importante
no precipitarse no lo es menos ser consciente que en las crisis el
tiempo transcurre más rápido que de costumbre y todos los afectados
esperan soluciones eficaces e información veraz a la mayor brevedad
posible.
Se debe evitar culpar a las víctimas, pedir dimisiones o buscar
rápidamente un responsable de lo ocurrido sin contrastar las
informaciones y anteponiendo otro tipo de intereses antes que la verdad.
Siempre se debe decir la verdad. La mentira nunca es rentable y en toda
situación de crisis, tarde o temprano, todo se sabe. La verdad, además,
genera siempre buena reputación y a la postre beneficios económicos.
No se puede pretender que la crisis desaparezca de golpe. Existen pasos
previos para minimizar el impacto de una crisis que es necesario
recorrer para no dar ningún paso en falso y por supuesto, limitarse a
insertar alguna página de publicidad en los periódicos sin ningún tipo
de estrategia de comunicación no resuelve ninguna crisis.
UKW: ¿Se puede salir fortalecido tras una crisis?
E.A.: Sí, por supuesto. A continuación indico un decálogo de
“recetas” para salir de la crisis y encima fortalecidos.
1. Decir siempre la verdad. Llamar a las
cosas por su nombre, sin eufemismos, y ser responsable. No mentir nunca.
2. El silencio no es rentable. Las empresas, en casos de crisis,
tienen el deber moral de informar. La callada por respuesta acrecienta
la percepción negativa porque si tú no dices lo que haces otros dirán lo
que no haces.
3. La oportunidad de volver a empezar. Toda crisis es una
oportunidad para hacer balance y corregir errores. Las empresas se miran
excesivamente el ombligo cuando todas tienen aspectos que mejorar.
4. Preparación y prevención. La correcta gestión de una crisis
pasa por estar preparados. Las crisis llegan sin avisar. Una empresa
preparada ahorrará una factura económica y personal muy elevada.
5. Proactividad. Los miedos paralizantes o dejar que el tiempo
pase sin tomar ninguna medida son dos errores comunes. Ante una crisis
siempre se debe adoptar un papel proactivo y tomar las riendas de la
situación antes que las tomen los demás.
6. Transmitir confianza. El objetivo de toda crisis pasa por
devolver a la empresa la situación de partida y para ello debe gestionar
las percepciones para que los públicos afectados recuperen la confianza.
7. Comité de crisis. Las personas que integran el comité deben
conocer muy bien qué tienen que hacer en cada momento y no deben dejar
nada a la improvisación.
8. Comunicación interna y externa. Si importante es lo que se
dice cara al exterior no lo es menos lo que se tiene que decir “dentro”.
El personal interno debe enterarse por los medios que la empresa
confeccione y no por terceros porque se generan rumores tóxicos.
9. La gestión de las emociones. Las crisis afectan a las personas
y, antes que primar factores de índole económica, se deben tener en
cuenta aspectos relacionados con la salud y seguridad muy especialmente
en casos graves o excepcionales.
10. Manual de comunicación de crisis. Es la mejor herramienta para
afrontar cualquier crisis. Es la hoja de ruta necesaria que toda empresa
debe tener ante cualquier imprevisto y que, lamentablemente, brilla por
su ausencia en la inmensa mayoría de empresas de todo tipo y tamaño.
Fuente: el excelente sitio web de Wharton Universia.
Gracias Colegas!
Vea
más consejos de Seguridad Corporativa en
https://www.forodeseguridad.com/artic/segcorp.htm