Cómo mejorar la toma de
decisiones
Para
obtener mejores resultados hay que evitar tomar
decisiones en soledad o apremiados por la urgencia
Por María Agustina Rato
El momento de la toma de decisiones es la hora cero, el momento clave
que puede marcar el destino de una empresa y definir su rumbo hacia el
éxito o el fracaso.
Al mejorar la calidad de las decisiones se optimizan los resultados.
Por eso, tanto la ciencia como las escuelas de negocios y las empresas
destinan cada vez más atención a los procesos de toma de decisiones.
En el aspecto organizacional, ponen el acento en la metodología, sus
problemas y formas de perfeccionarla. En el nivel individual, apuntan
a los sesgos cognitivos que afectan la percepción de la realidad, y
por lo tanto, a la forma en que las personas deciden.
Desde los think tanks del management advierten que, en la carrera por
obtener los mejores resultados, las organizaciones pueden padecer
ciertas "patologías" que vician los procesos y conducen a errores.
"Por lo general, hay dos grandes patologías que conducen a errores en
la toma de decisiones: por una lado, la urgencia en la toma de
decisiones, y por el otro, la soledad en que se lo hace, con lo que
sólo se toman algunos aspectos técnicos y quedan afuera todas las
perspectivas que se deben tener en cuenta", afirmó el director
académico del Excecutive MBA del IAE, Rodolfo Rivarola.
El director de la Escuela de Negocios del la Universidad Argentina de
la Empresa (UADE), Juan Cruz Lozada, agregó algunas otras patologías.
"Muchas veces hay un exceso de intuición en la toma de decisiones, no
se consideran todas las alternativas posibles frente a un problema, y
falla la relación entre los actores involucrados o stackeholders".
Las consecuencias son varias, pero todas conducen al mismo camino. Se
toman decisiones sin tener información precisa, se genera resistencia
ante una directiva, y no se responde a los objetivos de la
organización.
"La mejor salida es encuadrar la intuición de los encargados de tomar
decisiones dentro de una estructura, organizada en procesos que
permitan identificar a los diferentes actores, las alternativas y
ponderar los criterios de acuerdo a los valores de la empresa",
comentó Lozada.
Diferenciar los roles dentro de la organización, también ayuda a
destrabar problemas a la hora de tomar decisiones, según Ernesto
Weissmann, profesor de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
"Se puede establecer quiénes tienen el poder de delegar, el de
informar, el de decidir y el de vetar", indicó.
Formas de pensar
De acuerdo con una encuesta sobre efectividad organizacional,
realizada por la consultora Tándem y difundida en octubre, en el mundo
de las empresas la tendencia es prestar igual atención a los factores
cognitivos que influyen en la toma de decisiones.
Existen varios factores que influyen para convencerse de que una
persona es mejor tomando decisiones que lo que es el promedio. Está
muy estudiado que la mayoría de las personas cree ser superior a la
media no sólo en "toma de decisiones" sino en muchas otras
habilidades.
Weissmann resume las cuatro trampas o sesgos en las que pueden caer
los encargados de decidir, y que generan un exceso de confianza en la
capacidad de decisión:
1. El sesgo de confirmación, que se observa entre quienes tienden a
dar más peso a las evidencias que confirman sus preconceptos e ignoran
las evidencias que desaprueban la hipótesis deseada.
2. El de retrospectiva, que consiste en modificar la opinión inicial,
una vez que se sabe lo que ocurrió en favor de ese resultado final.
3. El sesgo de autoservicio, o sesgo por interés personal, aparece
cuando atribuimos los éxitos a nuestra propia habilidad, mientras que
los fracasos se los atribuimos a las circunstancias o a la mala
suerte.
4. Por último, el del punto ciego: uno mismo no se da cuenta de sus
propios prejuicios cognitivos.
“Todos solemos considerarnos mucho menos sujetos a estos sesgos que la
persona promedio", explicó Weissmann.
¿Cómo disminuir la influencia de estos sesgos, una vez reconocidos?
De acuerdo con lo que respondió Weissmann, se deben sistematizar los
procesos y chequear la calidad de la decisión antes de tomarla. Esto
significa verificar que la información es confiable, generar más
alternativas de las habituales, atender todas las variables sobre las
que impacta la decisión.
"Nos tenemos que dar cuenta que la toma de decisiones no es un
instante sino un proceso que depende de varias personas, de la
información con la que contamos y de la metodología que empleamos para
decidir", señaló el especialista.
Según subrayó Weissmann, la ciencia les está
probando cada vez con más evidencias a las personas que es necesario
prestar atención a la forma en la que se termina decidiendo.
"Si las decisiones que tomo definen el futuro de mi vida y el
destino de las organizaciones en las que trabajo, sería interesante
intentar mejorar este proceso decisorio en cada momento. Al menos,
responsabilizarme por esto cuando cuento con el espacio para decidir",
concluyó el experto.
Tomado
de www.lanacion.com.ar. Gracias!
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